Vuelvepiedras común (Arenaria interpres)
Se recopilaron 22 citas relativas a 43 individuos. Se detectó casi exclusivamente en los pasos migratorios, principalmente en los meses de mayo y septiembre. El paso prenupcial fue mucho más intenso y concentró el 68% de las observaciones y el 81% de los individuos (figura 1). Como invernante solo hubo un registro.
En el paso primaveral las observaciones se extendieron entre el 16 de abril y el 25 de junio. El número de registros se incrementó abruptamente durante la primera semana de mayo y se mantuvo casi constante a lo largo de la segunda semana. En mayo se registró la mayoría de las observaciones (41%), todas ellas concentradas en la primera quincena, y fue cuando se alcanzó el máximo de la serie estudiada con 29 individuos. En la tercera semana de mayo el paso se detuvo drásticamente, aunque los últimos migrantes pasaron aún durante junio. La mediana de las fechas del paso primaveral fue el 6 de mayo.
En la migración otoñal, el intervalo temporal se situó entre el 5 de agosto y el 30 de septiembre. Aparte de registros aislados correspondientes a los primeros migrantes en agosto, el paso postnupcial se concentró en septiembre y fundamentalmente en la primera quincena. Las últimas aves pasaron la última semana de septiembre. La mediana de las fechas del paso otoñal fue el 7 de septiembre. Solo existió un registro de invernada el 26 de noviembre si bien podría aún referirse a un ave en migración tardía.
La diferente intensidad del paso entre primavera y otoño podría explicarse por las diferentes estrategias migratorias seguidas por la especie. La principal estrategia en la migración hacia el norte consistiría en vuelos cortos y frecuentes paradas en ruta (Piersma 1987). Se podría sugerir que esta estrategia favorecería la presencia de la especie en la Comunidad de Madrid. El patrón migratorio en otoño se repite en otras áreas del interior como Aragón (Bueno et al. 2017), Ciudad Real (Torralvo 2002), Salamanca (Blanco 2007), Burgos (González et al. 2012; Román et al. 2018), Palencia (Jubete 2005), y Toledo (Sánchez y De los Reyes 2017).
En invierno la especie solo se registró en una ocasión, lo que se relaciona bien con su preferencia por hábitats de litoral rocoso y con el sedentarismo que la gran mayoría de los vuelvepiedras comunes muestran al llegar a las áreas de invernada por las que presentan una gran fidelidad (Metcalfe y Furness 1985).
El paso en la Comunidad de Madrid fue escaso y ocasional. La baja frecuencia de las observaciones se refleja en la ausencia de la especie durante períodos de hasta dos años como 2011-2012 y 2015-2016, aunque también se registraron citas consecutivas durante cuatro años en 2007-2010 (figura 2). Asimismo, existió una alta variación anual en el número de individuos, se alternaron años con hasta 16 individuos con otros de ausencia. La escasez de la especie se hace extensible a otras zonas del interior de Europa continental donde, si bien la especie se puede encontrar regularmente durante migración, los números generalmente son muy bajos (Münster 1994).
El vuelvepiedras común se presentó en número muy reducido y el tamaño medio de bando fue de 1,9 individuos. En la migración prenupcial se mostró más gregario que en la migración postnupcial, donde predominaron las aves aisladas. El mayor bando registrado fue un inusual grupo de 15 individuos en el embalse de Santillana el 1 de mayo de 2004, que a su vez constituyó el máximo anual de la serie histórica.
El vuelvepiedras común mostró preferencia por los embalses donde se registraron el 50% de las citas y el 65,1% de los individuos (figura 3), y en los embalses de Pedrezuela y Santillana se produjo el total de estos registros. Las graveras de la cuenca baja del río Jarama ocuparon el segundo lugar en la preferencia de hábitat con un 45,4% de las observaciones y un 27,9% de los individuos.
Próxima entrada: Parte V – Correlimos de Temminck (Calidris temminckii)
Birding Iberia 